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jueves, 22 de junio de 2017

Que llegue



Que llegue


Túmbate. Y deja que se acerque el pasado. El olor a romero en el aire seco, el sonido de una charca. Baja la velocidad de tu vida. Calma tu corazón y acércate a él. Abraza los viejos recuerdos.  Recuerda, lentamente, cómo era antes todo. Siente la inocencia que te rodeaba, la risa genuina y la amistad sincera. Deja que tus labios se abran y reciban esa risa de nuevo. La que llega del estómago y llega a doler. Abraza lentamente al viento y baila con todo lo que has dejado atrás. No dejes que la nostalgia te domine y sonríe mientras te paseas por lo que ya pasó. Túmbate y deja que tal como vino, se aleje. Y que lentamente, el futuro te deje empezar a probar todo lo que vendrá. 

Humana



Humana

Si muero hoy, recuérdame en la lucha. Vigorosa, fuerte y con la cabeza alta. Recuerda cuando fui débil y mi corazón se hizo pedazos, recuerda mi fragilidad enlazada con mi fuerza. Recuérdame con las alas extendidas, dispuesta a volar y también con las alas rotas y sucias. Recuérdame compasiva, recuérdame odiando, recuérdame amando. Recuerda mi risa, mis lágrimas, mi grito, mi llanto. Recuérdame entera, llena, plena y también usurpada, sin sentido, profanada. Recuérdame haciendo el mal y el bien.

Porque si muero hoy, solo debes mirar al cielo, cerrar los ojos y recordarme humana. 

Literatura enferma



Literatura enferma

Diario de un hospital


27/10/2016.
Cabalgan caballos salvajes en la oscuridad de tu cabello. Mientras tú, volátil, te deslizas en la suavidad del aire. Arropada por las sedas más finas del mundo que incluso en su perfección parecen toscas comparadas con la plata de tu piel. Me ofreces tu pie inmaculado y sirviéndote de mis mortales manos como escaleras, bajas de tu trono celestial al salvaje plano mortal. Caes, como un estrellado nenúfar, sobre el agua cristalina. Hundiéndote en una profundidad exclusiva, donde mi mortalidad me permite hacer pie y arrodillarme. Y verte como Ofelia, cantando con la voz de las estrellas, a la espera de ser tragada definitivamente. Con lentitud, acaricio tus mechones, pesados por las perlas de agua. Hasta que el silencio devora tu música y el mechón más largo de tu cabello se desliza entre mis dedos como si fuera un sueño.
Hundiéndote, perdiéndote. Lejos de mí, tú huyes, mi bella y adorada Libertad.
28/10/2016
Hay una barrera en mis labios cosida con los recuerdos del ayer. Que permanece incluso cuando mi realidad es ahuyentada por los barrotes de mi cárcel.
Mi existencia, marcada por una fuerte dualidad, parece un muñeco de trapo a punto de romperse por la mitad. Dos fuerzas opuestas surgen y tiran de mí. Uniéndose únicamente ante la barrera que con los años yo misma he puesto sobre mis labios.
Una dama de blanco deja caer su pañuelo inmaculado. Deslizándose entre las nubes, entre los barrotes de mi celda. Estrellándose contra el cristal y en un beso dulce traspasándolo. Llegando a mi nueva vida, lentamente, segura. Como quien sabe que el aire es aire, como quien sabe que el cielo es cielo. Se pasea con la ternura maternal más infinita sobre mi brazo, fundiéndose con la misma vida y volviéndose luz. La cálida luz de otoño, otorgada por una dama de blanco, que a todos mece, que a todos llega.

Grita, grita,  GRITA. Grita gorriocillo de mi alma.
No dejes que te queme el miedo dentro, no dejes te rompan las alas la angustia y la culpa.
Grita, grita GRITA. Grita, gorrioncillo de mi cuerpo.
No dejes que el dolor se haga silencio, que la vida que nos une se vuelva sueño
29/10/2016
¿Qué es esta sensación? El espíritu de la niebla que acecha fuera parece haber entrado en este lugar. Donde el tiempo pasa lento, como si las horas fuesen densas gotas de miel, y donde llevar la cuenta de los días que pasan parece casi imposible, con el ayer y el hoy distinguidos por una muy difuminada línea.
La niebla ha entrado y el frío se proclama rey y señor de este lugar. Un frío que ni las mantas pueden quitar, ¿será éste el frío de la soledad?
Quiero un abrazo. Un abrazo de colores cálidos, con olor a pan recién hecho y a libro. Un abrazo sincero, del alma.  Que me estreche entre brazos de amor cuando el miedo se apodera de mi corazón. Quiero un abrazo fuerte, que llegue incluso a doler. Que me deje llorar en él. Quiero un abrazo de alguien, de cualquiera, que vea mi tristeza y entienda el dolor de mi corazón.
30/10/2016
Cae el telón del tiempo sobre mi cuerpo.
¿Qué es esto? ¿Es el ansia? ¿Por qué domina mi existencia como si fuera una marioneta? Ya no pienso en el afuera, por ahora el alma solo me pide que corra. Que corra sobre el enloquecido tiempo de este lugar. Donde las horas pasan despacio y la noche y el día solo se diferencian por la palabra de alguien.
¡Que llegue ya!
Mi cuerpo clama.
¡Que sea ahora!
Mi alma exclama.
Y mi mente, desorientada ante el ansia que me invade, asustada susurra.
¿Qué será aquello que tanto esperan?
¿Qué será aquello que incluso yo deseo?
01/11/2016
El dolor mudo crece en mí. Lo siento en el silencio, tan claramente como noto palpitar mi corazón.
Es un dolor paciente, redondeado y constante. Sin grandes picos, sin altibajos. Solamente permanece y permanece, anidando entre mis huesos y con una lentitud casi imperceptible, extiende sus tentáculos. Agrandándose pero permaneciendo en el silencio. Y sin alarmar a nadie, haciéndose dueño de mi cuerpo.
Tráeme, tráeme a mi ventana.
Tráeme el mundo, la tierra roja.

Ábreme los párpados invisibles que cubren mis ojos, protegiendo a aquel que no ha vivido.
Ábreme la puerta verdadera, déjame salir y cierra.  Cierra con delicadeza y mimo, con respeto y reverencia. Deja salir un gracias de mis labios y un mar de lágrimas de mis ojos. Pero cierra. Cierra y no abras nunca más.

Y deja que desde el propio núcleo de la vida, lentamente cure mis heridas.
Deja que me duela estar fuera, deja que golpee la puerta, que te odie, que me destroce poder vivir la vida.
Deja que todo eso pase y nunca, nunca permitas a nadie abrir mi puerta.
Sé que te pido demasiado pero, en resumidas cuentas, mi corazón despejado solo te pide que me salves del pasado.
Y que con todo lo que eso conlleva, dejes que viva.
2/11/2016
Movimiento. Siento el movimiento de las demás personas. Avivando los nervios que crecen en mí.
Siento que mi cuerpo ha creado un oleaje en mi corazón. Divertido, juguetón. Inofensivo e inspirado por el movimiento exterior. Como un repentino ataque de cosquillas en el alma. Como si yo misma me pidiera una tímida y pequeña sonrisa a cambio de poner en calma el mar que había despertado a mi corazón.
9/11/2016
Madre.
Hueles a sol. A sol de verano en un abrazo. Tu sonrisa, siempre me la has regalado y viene a mi memoria cuando tú no puedes reconfortarme. Pero tus ojos últimamente se han vuelto tristes y me miras como si me fuera a romper. Con miedo. Quiero ser como tú cuando me miras así, para abrazarte y decirte que todo va a ir bien. Pero no puedo. Yo no huelo al sol del verano, ni tengo tus manos mágicas que pueden arreglarlo todo. No tengo tu fuerza. Ni el torrente de vida que rebosa de tu cuerpo.
Por eso, cuando tus ojos se llenan de miedo, solo puedo abrazarte y decirte lo muchísimo que te quiero.
Meses de silencio.
No puedo escribir.

Epílogo (20/03/2017.): Vuelvo a escribir.
Echo de menos el silencio del agua. Flotar en la infinita inmensidad y cubrir mis oídos con las suaves manos de la naturaleza. Mecerme en la cuna que solo encuentro en ella. Que deshace los hilos de mi pensamiento, descubriendo las cortinas del raciocinio y permitiendo que el blanco, la dulce nada, invada por completo mi mente. Volviéndola un lienzo en blanco, cuyo único pintor es el profundo y grave ruido del silencio acuático.
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